Ángel Valencia ha dedicado su vida a entrenar y colaborar con estos animales extraordinarios que, gracias a su agudo olfato y entrenamiento especializado, se convierten en una herramienta fundamental para localizar personas desaparecidas en situaciones de emergencia.
La Protección Civil de Tona no siempre contó con una unidad canina. Ángel y otros voluntarios comenzaron como un grupo privado hasta que decidieron integrar su labor dentro de la estructura de la Protección Civil, logrando el respaldo del ayuntamiento y garantizando una mayor seguridad para su equipo y sus perros. Esta decisión no solo les permitió actuar con más eficacia, sino que también les aseguró cobertura y respaldo legal en cada intervención.
Es importante destacar que Ángel y su equipo forman parte de la Asociación de Voluntarios de Protección Civil de Tona. Como tal, están a merced del ayuntamiento del pueblo, operando como una organización dedicada a la prevención y colaborando activamente con la policía local en distintos servicios. Su labor no solo se centra en el rescate, sino también en la prevención de riesgos y asistencia en eventos comunitarios.
El equipo cuenta con perros entrenados en dos modalidades principales: mantrailing y venteo. Los primeros siguen el rastro específico de una persona a partir de un objeto impregnado con su olor, mientras que los perros de venteo detectan el olor humano en el aire, permitiendo localizar personas vivas en desastres naturales como terremotos o deslizamientos de tierra. Ambos tipos de entrenamiento requieren constancia, disciplina y un profundo conocimiento del comportamiento canino.
Kanda, la compañera inseparable de Ángel, es una perra malinois de siete años con un historial impresionante de operaciones de rescate. Desde que era una cachorra de dos meses y medio, Ángel ha trabajado con ella en la obediencia, el refuerzo positivo y el desarrollo de su olfato. Su entrenamiento incluye la capacidad de detectar vientos para captar el olor de personas desaparecidas, así como la destreza física para moverse entre escombros y terrenos complicados.
Uno de los momentos más desafiantes para Ángel y su equipo fue su participación en los rescates tras el devastador terremoto de Turquía. La magnitud de la tragedia y la cantidad de personas sepultadas hacían que cada minuto contara. Los perros de rescate, como Kanda, trabajaban sin descanso para identificar posibles supervivientes, enfrentándose a un entorno hostil y lleno de peligros. La frustración era inevitable cuando no se encontraban personas con vida, pero cada hallazgo exitoso representaba la diferencia entre la esperanza y la tragedia para muchas familias.
A pesar de su importancia, los grupos de rescate voluntarios como el de Ángel Valencia enfrentan obstáculos burocráticos que limitan su capacidad de acción. La falta de una regulación clara y el reconocimiento oficial de estas unidades dificultan su participación en operaciones de búsqueda sin una petición formal de las autoridades. Ángel y su equipo buscan cambiar esta situación, promoviendo el reconocimiento oficial de los grupos de rescate caninos para garantizar una respuesta más rápida y eficiente en emergencias.
Mientras tanto, el trabajo no se detiene. La unidad canina de Protección Civil de Tona sigue entrenando y participando en ejercicios con otras asociaciones de rescate para mejorar su eficacia y prepararse para futuras emergencias. Cada jornada de entrenamiento es un paso más hacia la meta de salvar vidas y demostrar el valor inigualable de los perros de rescate.
El compromiso y la pasión de personas como Ángel Valencia y su equipo nos recuerdan la importancia de la colaboración entre humanos y animales en situaciones críticas. Kanda y sus compañeros de la unidad canina son más que simples perros: son verdaderos héroes de cuatro patas que trabajan incansablemente por el bienestar de la sociedad. Su labor merece reconocimiento, apoyo y, sobre todo, el respeto de todos aquellos que alguna vez podrían necesitar su ayuda.